PADRE E HIJA
Me los encontré el otro día,
cuando iba al estanco.
Caminaban por la acera,
poco a poco - él era muy mayor -
ella lo abrazaba con ternura
y con la misma intención
justo en el instante de pasarlos
sus palabras me emocionaron:
Ahora recordaremos cosas: le decía
¿Cuántos años tienes? ¿Cómo te llamas?
Y el hombre le contestaba:
noventa y me llamo Juan.
Aquel cerebro cansado, atrofiado
por el paso de los años, reaccionaba
por la constancia, la ternura
y el amor del acompañante.
Y yo que siempre hablo,
a menudo cuando no procede,
no me detuve,
para decirle a aquella mujer,
todo lo que ya no le podré decir nunca
y seguí caminando.
Al salir doblaban la esquina,
su imagen difusa
desapareció como las palabras
que no lo había sabido decir
hacía un instante.
2 comentarios:
un ramillete de ternura,
excelente
salut
Momentos de ternura. Me gusta mucha saber cuando los viejitos son bien amados y cuidados.
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