El paisaje está ahi,
ajeno a nuestra mirada,
y no se trata sólo de verlo,
hay también que olerlo.
Los campos de trigo empiezan a amarillear
mientras se apagan las amapolas,
y el paisaje huele a verano, a vida.
Se acerca la siega
y el trigo no lo sabe.
2 comentarios:
Ahora si llueve seguro que el trigo se pierde y no volvera a crecer.
la lluvia es buena para el trigo. Sólo es mala si llueve a la hora de recolectarlo, las máquinas no pueden entrar en los campos por el barro.
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